viernes, 26 de octubre de 2018

EL EDUCACIÓN PARA LA VIDA

26/04/12                      Ana María Cabrejas Casero                         Máster en Investigación en Bioética
  


EL AMOR MOTOR DE LA VIDA

El asombro viene definido según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como “susto, espanto”, también como “gran admiración”. Y admirar es según la misma fuente “causar sorpresa la vista o consideración de algo extraordinario o inesperado”.
Pero yo creo que el asombro además de ser el génesis de la admiración, el embrión de la inquietud y el pilar sobre el que se asienta todo aprendizaje y crecimiento personal, es el motor que despierta una inquietud y te sobrecoge el alma y con estas sensaciones recorriendo tus venas e irrigando cada célula de tu ser te motivan a descubrir, a investigar y crecer como persona.
El asombro es algo tan misterioso que nos sobrecoge sin darnos cuenta y nos sumerge en el mundo del hallazgo, de querer saber más y de seguir desvelando soluciones, para encontrarnos a nosotros mismos.
En mi trabajo el asombro es la pieza clave y es difícil no asombrarse ante el nacimiento de una nueva vida. Soy enfermera en una unidad de neonatos, donde hay niños que se debaten entre la vida y la muerte, los cuales a cada instante nos muestran la vitalidad y las ganas que tienen de aferrarse a la vida.
Cada vez que un bebe de 700 gramos de peso o incluso en ocasiones menos, abren los ojos y me miran pidiendo ayuda, mi alma se sobrecoge y les acaricio dándoles todo el cariño que puedo transmitir. Cuando te aprietan el dedo se aferran a la vida y es una sobredosis de ilusión y de ganas por ayudarle a que siga su lucha continua que ellos mismos no piensan abandonar.
La capacidad de supervivencia que tiene un recién nacido prematuro es algo digno de resaltar, pues no la tenemos los adultos. Y me surge una pregunta, ¿será que las ganas de vivir son limitadas y tenemos una cantidad para dosificar durante toda la vida? ¿Será que el desconocimiento de lo que hay detrás de esa vida intrauterina es lo que les confiera tal fortaleza para aguantar todos los procedimientos por lo que pasan?
También he tenido la suerte de trabajar en una unidad de cuidados intensivos de adultos y la respuesta que damos los adultos no se puede equiparar a la de los niños, pues los
segundos tienen una capacidad para mejorar su salud, que los adultos no tenemos.
Los prematuros desconocen que es la vida extrauterina y aún así quieren vivirla, luchan por conocerla y por satisfacer las peticiones, en ocasiones desconsoladas, de los padres que aclaman al cielo y al opuesto, para que sobrevivan.
Esos padres si conocen la vida y quieren, desean con todas sus fuerzas que sus descendientes la vivan. El apoyo emocional que les damos a estos padres no tiene precio pero cuando cogen a sus hijos en brazos y los tienen pegados a su piel únicamente con el pañal para que noten el latido, la respiración, el olor…de sus padres y con sus manitas les acarician el pecho, entre ellos se animan y se prometen mutuamente que van a luchar juntos. El sacrificio de esos padres es infinito y el cansancio que acumulan día tras día durante meses no tiene precio, pero sí un valor ilimitado, y eso les confiere un poder infinito que les da esperanza. Esa esperanza la impulsamos para fortalecer ese amor para que lo recuerden para el resto de sus días, para los momentos de flaqueza en que no sepan cómo educar a ese cachorro humano que tienen entre sus brazos.
En esos momentos les animo para que recuerden esos momentos el resto de sus vidas y les confieran a sus hijos todo el amor que ellos siente, que les eduquen con valores fuertes que le van a hacer crecer como seres humanos felices. Les animo a que llenen la mochila que van a ir cargando durante toda su vida y que en la adolescencia serán su base para sobrevivir ante los cambios y las presiones que la sociedad moderna.
El primer sentimiento que experimentan los padres cuando ven a sus hijos tan pequeños e indefensos, es asombro y a partir de ahí cuando el duelo por no poder tenerle en su cuna o hacer una vida “normal” hasta su recuperación queda superado, es cuando aparece el amor.
Previo al amor aparece el asombro, por lo que el asombro es el primer paso del amor y el amor es el motor que mueve el mundo.
Todas las enfermeras conocemos la importancia de educar en valores y nos movemos por el amor, por las ganas de ayudar sobretodo en los momentos más difíciles de la vida, en la que desvalidos y despojados de la salud, necesitamos de los demás para seguir viviendo, cuando nuestro cuerpo no responde, pero nuestra alma lucha por recobrar la salud.
En neonatos todo el personal valoramos en cada momento la situación del estado anímico de los padres y les damos los cuidados y las indicaciones que precisan desde la cercanía del apoyo y la confianza que confiere que a tu hijo se le está tratando con amor.
Miren a un bebe y vean su sonrisa y comprobarán que el amor puede entrar en sus vidas y darles un giro de 180º. Si su vida ya es plena, sigan viviéndola con alegría y que el asombro y el amor sea el motor de sus días.


Publicado en la sección "Relatos" en el volumen 17 - número 5 (Páginas 77-78) de la Revista Metas de Enfermería.
ISSN: 1138-7262.
Depósito Legal: M-43015-1997

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